domingo, 27 de septiembre de 2009

Cuentos Chorizos

Hace mucho tiempo que no posteaba por estos lados que ya tenía algo olvidados, tal vez no tenía muchas ganas de escribir alguna cosa en este formato.


Hoy estoy a medias, acabo de terminar un cuento que tal vez les guste y otro mas viejito.

Son cuentos remix, tomé un poco de viejas historias, leyendas, etcétera para desarrollar una historia que me gustaría vivenciar.

Pueden leerlos desde aquí



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Sigue la Bala...

martes, 2 de junio de 2009

Los formidables motivos que nos hacen pedazos

Empezemos esto desde punto extraño, pero cotidiano a la vez. LLegué a casa y mi madre había cocinado cazuela, esperé un rato en el computador, mientras hacía además sopaipillas, como todo día lluvioso lo merece.



Nos llamó a todos, a mi papá, a mis hermanos de primera camada y a los de segunda camada, acudimos al llamado, excepto la primera de la segunda camada. Ella se quedó viendo alguna película, de esas que tanto le gustan.



La cazuela con sopaipilla estuvo deliciosa, nada mejor que untar esa fritura redonda en una sopa caliente y sabrosa, en cuestión de minutos llegué a los solidos, un pedazo de carne, algo de zapallo y una papa.L os trocé en pedazos más pequeños para facilitar el clavado del tenedor, metermelos a la boca y el masticar. La papa se contenía en si misma, la mezclé con el zapallo, además el pedazo de carne contenía su hueso correspondiente. Carne de vacuno por su color y sabor. En general, en este tipo de comida, es fácil de distinguir el tipo de carne que lleva por la textura de su caldo, la cazuela de pollo es suave, la de vacuno es regular y la de cordero más espesa.



Este trozo de carne, en cualquier momento habría pasado desapercibido entre mis dientes, si no fuera por ser hoy (25 de mayo), pasando por los eventos que comenzaré a relatarles. Y un hueso característico que sirvió de nexo, que exploto las ideas, pensamientos y memorias para llevarme por este cauce vertiginoso en que estamos.


De todos nuestros huesos, tal vez la estructura más importante sea la columna, la base de la evolución además, que nos ha permitido organizar todo nuestro organizmo para sobrevivir en distintos medios, llegar a desplazarnos, a ser flexibles, etcetera. Por ella pasan millones, pero millones de moléculas con las órdenes al resto del cuerpo para llevar a cabo todas las acciones posibles, para que lo que podamos idear se pueda llevar a cabo, a tener una representación concreta y desarrollar acciones voluntarias e involuntarias.



Atlas, Axis, Sacro, Coccix o alguna otra de las 29 fue la que me encontré en mi plato para hacerme llegar a la idea del sacrificio.Pues claro, para llegar a ser la carne dentro de una cazuela ese pedazo tuvo que ser animal y antes pasto, y ese pasto fue arrancado de la tierra y ese animal fue sacrificado para que unos cuantos bípedos humanos se la comieran de a poco.


Pero, hay otros casos de sacrificios tal vez más relevantes o clarificadores de lo que ha llegado a significar el desarrollo de una columna. Usualmente, para transportar cosas de tamaño regular, se utiliza lo que se llama mochila y esta va enlazada entre los brazos, pasando por la espalda. En cualquier caso de transportart al elemento, es verdaderamente útil.


¿Qué puede haber en una mochila? Cuadernos, lápices, libros, artefactos electrónicos, artefactos explosivos, bombas... si, pequeñas bombas que contengan en su violencia la rabia del que la lleva.


Resulta que hubo un hombre tan rabioso, pero tan angustiadamente rabioso, que no soportaba las injusticias, la opresión del sistema en que vivía, que decidiótomar su bicicleta (por algún motivo no fue en micro), tomar su mochila, tomar la bomba casera que había fabricado, meterla en la mochila y subirse a su bicicleta con ella en la espalda, con la bomba dentro de la mochila hacia algún lugar que tal vez pocos sepan, bomba de tal modo rabiosa que explotó dentro de la mochila sobre la espalda de Mauricio Morales, sobre la bicicleta andando, que lo destrozó, haciendo saltar sus vértebras, sus partes cárnicas y huesas del cuerpo, hiriendo con su propia rabia la humanidad suya y de su pueblo por el que luchaba, exparciéndola por las calles.




A la vez, mejor dicho, un par de días antes, en uno de mis preambulos (viajes giratorios por el espacio) literarios recibí de la editorial Pehúen un libro precioso, de Alfonso Alcalde, en esta edición llamado León, cuyo título original es El peregrino del Golfo. De partida, esta edición está lleva de sorprendentes ilustraciones integradas al relato, llenas de colores y expresivas, además de eso vale la pena obtenerlo ya que rescata un viejo relato de un autor chileno (como verán en los links de arriba). La historia trata de un viejo león de un viejo circo, de un circo paupérrimo, con payasos y malabaristas decadentes que llegan a un decadente pueblo de pescadores. El bueno del León, ve que se necesita su propio sacrificio en pos del bienestar de todos, como carnada de pesca deben ejercer cada uno de los pedazos en que es cortado, el resto de la historia en el libr (o en memoria chilena).



(http://www.flickr.com/photos/galeriapehuen/page2/)


Pero la gran cuestión es, por la que pasó mi mente en unos instantes pero mi escritura en un par de horas, ¿por qué este afán de hacernos pedazos? Parece una pandemia cultural esto de sacrificarnos por una causa que olvidará pronto nuestra indivualidad y nuestros motivos colectivos para construir en torno al personaje un símbolo que aglutine las ideas fuerza de este último.


La ira y la mansedumbre son quizás los polos opuestos del mismo acto, ambas superan con este, la insustancialidad de la vida común y corriente, la sobrepasan. Lo que me lleva recordar al soberano de las patrañas, don Federico Nietzsche, vaya que encantador cuando nos habla de las transformaciones del espíritu.



El Camello


¿Será nuestro camello Mauricio? ¿El que lleva las cosas pesadas?


El León


¿Será nuestro León? ¿El que tiene la libertad de renunciar también?


El Niño


Tal vez seamos nosotros, inocencia y olvido, para que la rueda siga girando.


Algunos mártires son necesarios para recordar las causas, las necesidades que ya no son, pero no debemos plagarnos de ellos, ni de aceptar falsos mártires, juguemos con sus figuras, olvidémoslas también, que nosotros también giramos y nos convertimos a veces en camellos, leones o niños, si nos quedamos con uno de esos, nos podrimos, nos hacemos pedazos.



Sigue la Bala...

domingo, 3 de mayo de 2009

Los Olvidados, Las pesadillas de Hilda


Caminar de incógnito, como una persona normal, por la vereda, vestida de la forma más vulgar, era una tortura para ella, que llevaba las ideas más transgresoras, revolucionarias que una mujer pudiese llevar. Pero estos modos le evitaban la persecución y le permitían enriquecer sus sentidos con los colores de la ciudad, los sonidos que pasaban desde ruidos a cantos de pájaros perdidos en la urbanidad, los olores de las frutas enviadas desde el campo a las ferias que yacían sobre los carros de dos ruedas para el consumo de los hambrientos, pero también las frituras de sopaipillas, empanadas y arrollados primavera. Sin embargo, su búsqueda ahora se sumergía en encontrar a un filósofo de cuneta para que le entregara uno de los textos prohibidos.
No recordaba cuanto exactamente, tal vez treinta años habían pasado desde que fue enviada a la escuela del silencio, de los iluminados para los maestros. Alcanzar este estado requiere primero llegar al estado de silenciante, ser capaz que tus ritmos lleguen a la armónica universal y así tus sentidos se abren al universo, tus capacidades y tú comprensión se expanden. Su padre fue el que hizo las gestiones para que la aceptaran, luego de una larga huida se decidió por la desaparición absoluta y eso hizo, se desprendió de lo último que lo ligaba al mundo de los hombres.
--Padre...--se suspendió esta palabra por unos breves segundos en el aire, mientras entraba por el oído del hombre que caminaba a su lado.
-- Dime, hija mía.
-- ¿Por qué debo practicar este salto a ojos cerrados?
-- Es un ensayo de la ceguera
-- Pero yo no quiero serlo,mas bien, disfruto de lo contrario, de captar la intensidad de todo lo que me rodea.
-- Es también un ensayo del silencio. Capta, sin sonido, el sordo rumor de la luz que llega a tus ojos.
-- Lo hago, pero ¿Qué tiene que ver con que estemos al descampado, en medio de bosques y bestias desconocidas y un volcán que ahora mismo expele sus cenizas y lavas?¿Crees que no temo?
-- No debieras, por ahora, más si debieras hacerlo a futuro. Cuando se comiencen a prohibir poco a poco ciertas cosas, ciertas acciones, las cuales hacen que podamos hablar, pensar y reconstruirnos cada vez que lo deseemos, esas cosas, ahí debes temer. Tal vez se llegue al extremo de que te quieran ver desaparecida.
-- Y a ti, padre.
-- A ti te encomendaré la tarea que ha tenido toda nuestra familia, yo dejaré de estar contigo pero tú, hija, no debes aflojar la cuerda que nos sostiene.
--Y ¿qué debo hacer entonces?
--Enrollaré este cordón a tu cintura, mientras esté ahí tu misión sigue adelante. Debes conservar lo que esté prohibido.
--No se hacer eso.
--Aprenderás en el lugar al que te envío. Despídete de mi, abrazame.
Hilda abrazó a su padre, mientras las puertas del edificio se abrían y aparecía una de las maestras, le tomó la mano a la niña y le hizo entrar mientras que, por la cara del viejo, se asomaba un seño de tristeza final.
Ya llevaba cerca de dieciocho años en que comenzó a cumplir su misión. Se prohibieron las reuniones de dos o más personas, se censuraron libros enteros, mientras que a la población se le embobaba con discursos de obediencia y orden, de estupidez, como las virtudes máximas a las que puede aspirar una persona. En tanto, la bóveda que custodiaba Hilda se fue llenando poco a poco de retazos de viejos tesoros, de recuerdos terribles, de temores que ya nadie excepto ella y tal vez alguien más recordaban.
Recogió el texto que le entregaron camuflado entre un periódico del gobierno, siguió caminando apurada, pasó un par de árboles y sintió un escalofrío, apuró el paso para bajar al metro, llegó al final de las escaleras y una mano la tomó del hombro y la hizo girar.
Era el hijo de su maestra, desaparecido mientras el templo fue destruido bajo los soberbios cañonazos del ejército, cuyo gobierno había diseñado un programa de sometimiento y represión, no podían alzarse voces en contra. Al verlo, no sabía si temblar de pánico o alegría, pero sintió algo que no andaba bien.
-- Hilda, lo siento, es mi trabajo, estas en la lista. Un gusto haberte visto antes de asesinarte--. Lo decía mientras clavaba rápidamente su estaca en el estómago de Hilda.
Luz, sonido, ceguera, silencio. Pocas veces creyó que esas enseñanzas serían utilizadas para salvarle el pellejo. Menos que su mayor peligro provenía de aquel amigo por el que derramó noches enteras de lágrimas. Pudo sincronizarse con el universo y trasladarse para volver a materializarse en otro lugar, un lugar que había preparado especialmente para cuando llegase esta ocasión, con sus objetos más importantes, el cordón que su padre le amarró en torno a su cintura, imágenes de su maestra, la carta que su padre le dio pero le prohibió abrir. Se reconstruyó en el lugar su cuerpo, cada partícula se clonó idénticamente al antiguo, pero se sentía cansada, tal vez derrotada, triste. No estaba sola en la habitación, una figura etérea le observaba.
-- Una sola vez, -- el Huemul Blanco le habló -- una sola vez en la vida puedes hacer lo que acabas de hacer, esta puerta estará vetada para ti en adelante.
Ella, al darse cuenta de que estaba a salvó comenzó a sentirse contenta, lamentaba sólo la pérdida del texto prohibido. No esperaba encontrarse con esa figura, ese espectro, del que su padre tanto le había hablado de pequeña.
Se vistió, prendió el fuego en la chimenea y se recostó sobre el sillón, mientras dormitaba se le venían a la cabeza innumerables imágenes, ideas del pasado, compromisos que había tomado que continuaron con sueños extraños, enigmáticos. Sueños que tal vez le resolverían los nuevos problemas a los que se estaba enfrentando.
Lejos, empapado en la sangre de la antigua Hilda, Pineiden revisaba los bolsillos de la ropa que cubría el cuerpo, encontró una llave y el texto prohibido. Decidió informar la muerte de un elemento de la lista, pero conservar estos elementos, algo estaba pasando que no se atrevía a sospechar.

Hilda despertó al caer la noche, tenía la frente sudada, su mente seguía agitada, lo único que tenía claro es que los estaban haciendo desaparecer, no sabía a quienes, su padre sería de gran ayuda en este momento, debía buscarlo y encontrarlo. Seguía cansada, volvió a recostarse.

Sigue la Bala...

miércoles, 1 de abril de 2009

Los Olvidados

Explicación



Tengo pensado hacer una serie narrativa con esta historia, como no tengo mucha experiencia en escribir historias en prosa, tal vez tenga algunos ripios, así que si los notas hazmelo saber para corregirlos.

La historia se llama "Los Olvidados" y me interesa darle tintes grotescos, que lleguen a poner en cuestión muchos temas que ya tocaré y que hagan revolver la guata de rabia, impotencia, dolor, alegría, risa.

No sé mas, pero pretendo escribir hasta desangrarme o que se gasten mis neuronas.





Los Olvidados.


Entré a ese cuarto y todos me miraron sorprendidos, como si hubiera sido una aparcición espectral o in fraganti los hubiera pillado tramando algo. Los miré uno a uno, un parpadeo a cada mirada, en no más de dos segundos, alcé mi mano derecha a mi sombrero para levantarlo y lo levanté y levanté la tapa de mi cráneo y dejé ver el palpito de todos mis sesos superiores.

Como un globo, metí mi dedo índice izquierdo en esa masa para reventarla y salpicar con algo de mí inteligencia a esos bastardos, sucedió, lamí mi dedo con la lengua y sentí el sabor a paté ternera que tanto disfruto al desayuno.

Tapé mi cerebro descerebrado, me senté y bebí un baso de mi propia sangre, ya el silencio de todos me incitó a preguntar.

­- ¿Quién mierda me ha convocado?

Hubo un silencio, pero un leve sonido proveniente del otro extremo de la mesa dañó con su agudeza la sensibilidad de mis oídos, así que miré al tipejo y lo fulminé. Desapareció al instante.

­- ¿Quién mierda me ha convocado?

Volví a repetir con insistencia, mientras los miraba nuevamente uno a uno.

­- El Venerable Consejo, Señor Pineiden ­- dijo el más enmaculado de los quince personajes ­- tenemos una misión que encomendarle, la paga será satisfactoria.

Di vuelta una silla y, a lo chorizo, me senté con las piernas abiertas, apoyando mi codo sobre el cristal y masticando la cocaicha. Escupí verde sobre la mesa y la atravezó como ácido.

­- ¡Adelante! ­- dije circunspecto.

­- Es el caso de los olvidados Señor Pineiden, debe exterminarlos o hacerlos desaparecer a los olvidados.

Me acercaron una carpeta de cuero negro, la tomé, la abrí y la examiné. Contenía la lista de todos los nombres y posibles lugares donde se encontraban. No levanté una ceja, mas bien, me retire en silencio de ese lugar apestoso. La suciedad del Venerable Consejo había llegado al auge de su decadencia.



Sigue la Bala...

miércoles, 4 de marzo de 2009

Mongo, o como clavarse los caracoles





Hay ocasiones en que llego a temer a mis propias palabras. Pienso que lo que diga, hable o escriba, puede llegar a desencadenar hechos insospechados. Tal vez es mi afán de permanecer como escultor en vez del objeto a esculpir me hace evitar el llegar a ser transformado gracias a mi propia vertiginosidad palabrística.

Pues, ¿Para qué sirven ellas? Puedo decir hasta cuando sirven, sirven hasta cuando uno se muerde la lengua. Y llegué finalmente al lugar al con el que quería empezar este artículo.



Todo es culpa de la maldita molécula de Dios (cuidado con el rayo) que al fin y al cabo no es lo mismo que la partícula que aún no encuentran los científicos locos al otro lado del continente, es la debilidad que tenemos ¡Vaya, no es ni debilidad! es la fantástica capacidad ociosa de inventar misterios que expliquen los misterios. El misterio de la mD es similar, explicar porque se derrama el vine en un momento X de la sobremesa sin haber hablado antes de la mD habría sido más difícil que pelar una papa de piedra.

Con la mD la vida se hace fácil, quedas como racional o científico o barbudo o como quieras llamarle, y no le tendrás que buscar explicación profunda a cualquier barbaridad que ocurra si mencionas cada 1 minuto su nombre, quedarás como sabio y eximido de culpa. Incluso puedes inventar que te vas en busca del libro perdido de escrito por inspiración de la mD a las pirámides sumergidas de las Bahamas y te darán hasta el financiamiento.

La culpa es del fuego, con sus llamas bailarinas que hacen bailar también a nuestras pupilas y encenderles las ideas perniciosas para los bastardos del estblishement y todas esas barbaridades de la civilization, ideas que son como agua que atraviesan nuestros ojos y nos poseen como demonios bastardos que nos hacen ponernos choros y salir a rajar paños ideológicos.

Y salimos a ponerle harto pino a lo que todavía no existe, porque el papá de los helados Arquímides dijo ¡Eureka! cuando estaba cagando y no cuando se refregaba la pichulga de antología con la que armó hasta tornillos hiperquinéticos y dedos solares con no sé cuantos espejos pero si sé que quemó unos cuantos barcos de los putos Romanos, y con el tiempo se perdierón los círculos y los libros y nadie se acuerda ya que tenía seis dedos el muy mutante.

No hay mentira, ni verdad. Solamente los asuntos van y vienen desde los mundos de la ignorancia al conocimiento, sabemos o dejamos de saber o podremos saber o núnca sabremos. Lo que no tenemos al alcance tal vez en algún mommento si. Hay quienes asumen el deber de abrir los caminos entre estos bandos antagonistas y hay quienes se encargan de cerrarlos.

Pero no quememos las naves antes de tiempo, tampoco los libros. Una pequeña muestra de quienes son los carceleros ideológicos en las lides modernas es el
OPUS DEI

El puto Santurrón

Que, además de mantener un sistema clasista deificante, desarrolla una lista negra de libro (Indéx de Recenciones) que no deben ser leídos por ningún motivo, ya que despiertan el cuestionamiento a las autoridades y a la doctrina.

Uno de los libros prohibidos:

El Mundo es Ancho y Ajeno, Ciro Alegría


Es el mundo de los Vipos, como diría Cortazar, en este libro
Especie de Famas que hay que atacar hasta sacarle la carne de los güesos, si que que tienen.

Hacer trastabillar las lenguas muertas con boex y aumentar las leyendas para apurrucharse de miedo como el famoso Huemul Blanco, que asola los páramos de los parques con su mirada de fuego y avisos de pronta muerte.

Pero la vida es como una cebolla dulce que se cuece a fuego lento en las brasas, para hacer la falec ( fácil lectura ) hay que tener un talento innato para no escribir tonteras obvias y cursilerias de patronato Y hueso blanco para no caer en lo ilegible lo que me hace recordar que tal vez sea que lo que no está en interterd es lo que está prohibido y al que lo prohíba debemos colgarlo de los testi oculos y que mejor cantante que el admirable Victor Jara que es muy interesante, ya que en esta canción habla el despechado y la mayor fuerza se encuentre en la palabra "dicele" que es "dile" pero en roteque como dirían los cuicos.




Sigue la Bala...